El pasado 18 de octubre, el Papa Francisco canonizó a Luis y Celia Martin, padres de Santa Teresa de Lisieux. “Dios me ha dado un padre y una madre más dignos del cielo que de la tierra”, escribía Santa Teresita. San Luis Martin, el padre de Santa Teresita. fue un alumno lasaliano, que desde temprana edad mostró una búsqueda incansable por responder al llamado de Dios a servir y a ser fraternal. Nació en Burdeos, Francia en 1823 y su primera formación estuvo ligada a la vida militar; no obstante, en 1831 la familia se trasladó a Alençon y allí estudió con los Hermanos de las Escuelas Cristianas de la ciudad, recibiendo una sólida formación humana y religiosa.
Desempeñó el oficio de relojero y siendo todavía muy joven salvó al hijo del amigo de su padre de morir ahogado. Se casó con Celia Guérin en 1858, llevaron una vida matrimonial edificada en el compromiso mutuo y la vinculación con Dios. De su unión nacieron nueve hijos, de los cuales fallecieron de manera prematura cuatro. Después de una vida de santidad con participación diaria en la eucaristía, confesión frecuente, oración personal, devoción a la Santísima Virgen María y ayuda generosa a los demás, fallece en julio de 1894 en estado de santidad.
La familia lasaliana hoy tiene otro intercesor en la Gloria del Padre, un ejemplo en la vida matrimonial que trasluce el compromiso y la entrega en el amor hasta un grado heroico. Una llamada a proclamar con voz fuerte: «Continuaré Dios mío, haciendo todas mis acciones por tu amor.»