El pasado día 5 de julio, jueves, concluyó en la Sede del Sector en Dos Hermanas (Sevilla) el encuentro de formación estival de la XXVª Promoción de Celas Andalucía. Han sido cuatro días intensos en vivencias y en experiencias, compartidas por los 25 compañeros procedentes de todos los rincones de nuestra comunidad autónoma.
Teniendo como referencia el lema del curso que acaba de concluir, “Tu alegría, la mía, la nuestra”, muchas han sido las alegrías recibidas:
Desde un punto de vista personal, hemos compartido la alegría de la Fraternidad, ya que hemos tenido la oportunidad de conocernos, de reírnos, de emocionarnos juntos, con las trayectorias personales de cada uno, de compartir las canciones de nuestras vidas, en suma, de poder hablar de lo divino y de lo humano.
Desde un enfoque de la fe, hemos compartido la alegría de la oración comunitaria, de la nueva evangelización, de la que nos sentimos sembradores cada día en nuestros centros, siendo éste uno de los grandes retos de la misión lasaliana, evangelizar, en definitiva, tocar el corazón de las personas, siendo faros y referencias para aquellos que están a nuestro alrededor.
Para ello, y es nuestra tercera alegría, hemos aprendido a caminar hacia la nueva espiritualidad lasaliana, que se materializa en comunidades cristianas comprometidas con la misión evangelizadora que pusiese en marcha nuestro Santo fundador, San Juan Bautista de la Salle, hace ahora tres siglos. Somos continuadores de su huella, convencidos de que su proyecto sigue estando más vivo que nunca y en ello los seglares tenemos que asumir el peso de la responsabilidad que se nos otorga.
En este sentido, y de cara a la celebración a partir del curso próximo del tercer centenario de su muerte, con todo lo recibido –que ha sido mucho- tenemos por delante un reto: seguir creciendo para ser mejores personas, más íntegras, mejores cristianos, mejores educadores, más comprometidos en la misión de educar y evangelizar a los niños y jóvenes del ahora y del mañana. Una labor en la que nuestro horizonte, nuestra guía, no lo olvidemos nunca, sea siempre el Evangelio de Jesús.
No terminaremos esta crónica sin decir GRACIAS. Gracias a Sebastián Castro, porque, de alguna manera, ha sido nuestro guía, nuestro “pastor”, en este intenso camino de formación. Gracias a todos nuestros compañeros que han dedicado parte de su tiempo a darnos sus testimonios: a Lorenzo Ruiz, a Manuel J. Bravo, al hermano Carlos Villarreal, a Ramón F. Rodríguez, a Antonio Cornejo y a Juan A. Chaves. A todos, gracias de corazón.
Juan Vázquez Berni
La Salle Córdoba