Durante los pasados jueves y viernes, 04 y 05 de Mayo, hemos tenido la oportunidad de vivir un reencuentro muy fructífero y maravilloso. En la Casa Provincial de La Salle de Dos Hermanas, casi una veintena de profesores lasalianos de cuarto año se han vuelto a reunir, tras cuatro años de formación, para poner en síntesis todo lo aprendido, vivido y, por supuesto, sentido en nuestros diferentes centros.
Cuando el jueves por la mañana nos reencontramos, a todos nos embargó un gran sentimiento de alegría, pues significaba volver a vernos, cuatro años después; de nuevo, sentir y disfrutar todo lo que vivimos en aquellos fantásticos cuatro días de formación de profesores nuevos de primer año que tuvimos en el Hogar de Jerez, y del que tanto disfrutamos y nos llevamos.
Ahora tocaba sintetizar, resumir, contar a todos nuestros compañeros cómo han sido estos cuatro años, no solo como educadores lasalianos, sino, de una forma integral, cómo han cambiado nuestras vidas y de qué manera podemos narrar nuestra historia.
Tras un cariñosísimo saludo de bienvenida entre todos, profesores, Hermanos y, cómo no, con el Delegado de Formación de nuestro Sector, Sebastián Castro, comenzamos con una reflexión y oración. A continuación, cada uno de nosotros estuvimos comentando qué aspectos nos han llamado más la atención de estos cuatro años de formación, qué nos ha marcado, qué hemos vivido y experimentado. Lo cierto es que, tal y como, en opinión de todos los participantes, pensábamos, estos dos días iban a estar marcados por la emoción y las lágrimas, que aparecían con bastante asiduidad entre nosotros.
Después de momentos, situaciones y vivencias tan bonitas como las que se expusieron, pasamos a un segundo momento, en el que si nos habíamos emocionado poco, ahora íbamos a tener doble ración de emociones. Basándonos en nuestro diario personal de estos cuatro años, cada uno de nosotros contamos a nuestros compañeros nuestra historia por narrar. Preciosas y emotivas narraciones de vivencias llenas de amor y cariño, que nos llevaron, otra vez, a las lágrimas.
Entre historias y narraciones, llegamos a la hora de la comida y el descanso para reponer fuerzas. Cuando comenzamos con la sesión de la tarde, todos estábamos muy expectantes, ya que nos visitaba el Hermano Manuel Jesús Ceballos. Su presencia entre nosotros no era para otra cosa sino para hablarnos de algo tan motivador como que debemos ser profesores felices que hagan a sus alumnos felices. La exposición fue, como siempre, magnífica y el tiempo pasó rápidamente conociendo cómo teníamos nosotros que ser felices, para poder transmitir esa felicidad a nuestros alumnos; tenemos que sentirlo, vivirlo y transmitirlo; y eso es lo que nos quedó a todos sumamente claro. Una vez que finalizamos de hablar sobre la felicidad, retomamos la labor comenzada en la sesión de la mañana, y seguimos narrando nuestras historias personales hasta llegar al final de la jornada. El día concluyó con una cena y una posterior convivencia, en la que todos estrechamos, aún más si cabe, nuestros lazos de unión lasaliana.
De este modo, llegamos a la mañana del viernes, en la que experimentábamos un doble sentimiento encontrado: por un lado, destilábamos alegría, porque estábamos juntos y aprendiendo y recordando mucho; por otro lado, la tristeza nos empezaba a embargar, puesto que, a mediodía, tendríamos que separarnos para regresar a nuestros lugares de procedencia. A lo largo de la sesión de la mañana, tuvimos dos momentos: en primer lugar, finalizamos con las exposiciones de nuestra historia narrada, donde la emotividad continuó estando muy presente entre todos nosotros; y, en segundo lugar, trabajamos por grupos reflexionando en qué aspectos, vivencias, personas, contenidos, nos han marcado o llamado más la atención en nuestros cuatro años de formación. Además, debatimos sobre qué ingredientes debería tener la escuela lasaliana del futuro. Una vez realizado el trabajo en los diferentes grupos, pusimos en común las diferentes conclusiones a las que llegamos los grupos de trabajo.
Concluimos el encuentro con unas palabras de despedida del Delegado de Formación del Sector y unos deseos enormes de que sigamos realizando más encuentros de este tipo.
Como en toda buena historia que se narra, tiene que haber un final; y así llegó el de esta reunión de profesores-amigos-hermanos, en la que disfrutamos muchísimo y estrechamos aún más nuestros vínculos de unión, para seguir forjándolos a la luz de San Juan Bautista de la Salle. No podemos cerrar estas líneas sin dedicarle nuestro más sentido recuerdo al Hermano Martín, que siempre nos acompañó, aconsejó y mimó aquellos días en el Hogar de Jerez. Tampoco debemos olvidar dar nuestras muestras de inmensa gratitud a la Comunidad de Hermanos de la Casa Provincial de Dos Hermanas, por su inmejorable hospitalidad con nosotros. Como no, y, por supuesto, les estaremos enormemente agradecidos siempre al Hermano Manuel Jesús Ceballos y a Sebastián Castro, por todo el cariño y buen hacer con el que nos han tratado. Por todo ello, muchísimas gracias, de todo corazón.
José Mª Dobado Luna, La Salle-Córdoba