Desde hace unos años designamos con este nombre a las popularmente conocidas como “catequesis de Comunión”. El cambio de nombre no es por una moda pasajera, ni por un deseo de aparentar un cambio ficticio. Detrás de este cambio de nombre, tenemos un intento de cambiar los acentos de nuestra pastoral de iniciación.
Esta catequesis se enmarca dentro de la propuesta pastoral que realizan los centros La Salle y que tienen su continuación natural en los grupos de Salle Joven. Una propuesta pastoral centrada en el Evangelio, como dice nuestro “Documento Marco de Evangelización”: «Educamos evangelizando y evangelizamos educando». Y una propuesta pastoral entendida como proyecto, en el mismo documento se nos dice que «la Pastoral lasaliana como proyecto, propone y potencia en su proyecto los valores de fe, fraternidad y servicio, a través de cercanía, personalización, acompañamiento y atención a los necesitados, partiendo del humanismo cristiano y de los valores del Evangelio.» Así que, dentro de esta oferta abierta, proponemos una Iniciación a vivir desde estos valores. De eso trata esta catequesis.
Pero, decíamos al principio que el cambio de nombre respondía a un deseo de cambiar los acentos, y, hasta ahora, habíamos centrado los esfuerzos de este periodo catecumenal en los niños y niñas, para que adquiriesen los aprendizajes que les introdujeran en la vida cristiana. Al introducir la palabra “familiar” en el nombre de esta etapa queremos resaltar que el centro de nuestro esfuerzo pastoral pasa a la familia que es la auténtica protagonista de la evangelización de sus hijos. Entendemos que la familia es la primera comunidad cristiana del niño y niña y que es ahí donde van a vivir el valor más importante del evangelio, el amor. Esta etapa exige el compromiso de toda la familia por profundizar y vivir la aventura de ser cristiano. Y en todo este proceso, la Iglesia ofrece a estos niños celebrar por primera vez el sacramento del Perdón y el sacramento de la Eucaristía que nos inicia en la vivencia del Amor con mayúsculas, del amor entregado, del amor partido y repartido, expresados en el pan y el vino (cuerpo y sangre de Jesús).